martes, 27 de mayo de 2008

Capitulo I

Se despertó de aquel sopor de cuarenta grados, miró hacia su lado. Estaba María mirándola curiosamente. Juliana sonrió por la peculiar manera en que María la miraba, pero enojada la apartó de su cama.

-¿Que quieres? – le preguntó secamente mientras la apartaba de su bracito
- Nada. (…) checaba si estabas viva todavía.

Le causó más gracia a Juliana y se olvidó de su malhumor, el mismo malhumor con el que había amanecido aquella mañana. Y pensó en María sus nerviosismos chistosos y sus buenas intenciones. Que linda niña.

- ¿Que hora es? – preguntó Juliana, mientras buscaba su reloj.
- Las siete ya.
- ¿Queee? ¡¿Las siete?! …. Dios Mío, ¡he dormido tanto!
- Sí, pues por que crees que te checaba! Que tal que estabas ya muerta – María replicó con un tono y gesto que le daban toda la razón. Y prosiguió dando explicaciones: - Si te digo que puse mi mano frente a tu nariz a ver si salía aire, -de que respirabas pero no lo sentía muy claro entonces, dije “ay no” yo tengo que checar su pulso (…)

Juliana siguió oyéndola sin ponerle atención, como hacia casi siempre. Por que Juliana nunca requería de muchas explicaciones, buscaba pocas palabras y daba pocas palabras. A excepción de aquellas veces en que amanecía con demasiada cuerda, o cuando soñaba cosas grandes y entonces se emocionaba, nadie la podía callar, pero nadie quería entonces callarla puesto que la fluidez al hablar era hermosa y rara a la vez. Sabían que no la oirían así dentro de unos días más en que retome la emoción o sueñe otra cosa. Ella misma se daba cuenta cuando andaba así, más simplona, más simpática, más sociable, y lo disfrutaba también. A veces pensaba lo sencillo que sería si fuera siempre así, de trasparente, de sociable. A veces intentaba ser siempre así, pero entonces fingido no le gustaba tanto y terminaba de nuevo siendo ella misma, reservada, meditativa, en veces complicada. María era siempre así simple, risueña, desenvuelta. Proseguía la musiquita de su voz.

- (…) Y luego me acordé que en una clase me dijeron que teníamos que checar la sien, o la muñeca (…)
- Ajá, ¿enserio?. (…) Oye María ya me voy.

María se quedó paradita mirándola: como se ponía sus zapatos, se arreglaba el pelo… y cuando intentó seguir con su explicación de cómo había creído que esa tarde había muerto, como sí Juliana no le hubiese avisado que se iba la vio salir por la puerta.
Y suspiró. Quizá estaba acostumbrada a estas cosas. A que la dejaran hablando, sobretodo Juliana. Por eso a veces le reservaba secretos íntimos, como cuando tuvo su primer novio. A Juliana le dolió tanto no haberse enterado por ella misma.

- Es que no la escuchas – le reprochaba su madre. – Por eso no te tiene confianza.
- Es que me contar las cosas así rápido y ya. Sin tanto detalle. Nada más. –respondía un poco molesta.

Entonces Juliana regresó. Abrió la puerta de la recamara y ahí seguía María moviendo sus cosas de aquí para allá, como si nada. Le dio ternura y medio tocó para dar aviso que ahí estaba.

- No te dije, voy con la abuela. Me platicas en la cena como estuvo mi muerte, ¿te parece?
Por suerte María río. No estaba resentida.
- Sí, sí ¡niña! Luego te platico, ya ve con la abuela. - Mientras la acarreaba hacia la puerta. -

Juliana no sabía si arrepentirse, pues le esperaba una larga cena.

3 comentarios:

Pedro Barbosa dijo...

Qué tal, Any, pasando a saludar..

casi saboreandome las vacaciones bien merecidas.

Pedro Barbosa dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Die-go dijo...

"pensamiento relista-negativo", no siento que me identifique con esa descripción, pero si tiendo a ser un poco directo, así que podría malinterpretarse jeje..

Así es Any ya de vacaciones... todo perfecto. Ojalá te vea ahora en vacaciones... cuidate any!